Para quitar el mono de andar en moto F. sugirió una ruta corta. Después desayunar en Unquera salimos en dirección a Potes.
El desfiladero lo he recorrido por trabajo (y por ocio) bastantes veces en coche. La N-621 es la típica carretera que está casi siempre en obras por reparaciones, ensanchamientos, piedras que caen de las montañas, accidentes… Siempre rezo para que no me toque un camión o un autobús delante porque aparte de retrasar mucho la marcha no me dejan ver el paisaje.
Esta vez tuvimos suerte y hasta Panes fuimos de una tirada sin incidente alguno. Antes de llegar al pueblo, en una desviación a la derecha subimos hasta Alevia (Asturias). Desde allí se contempla una maravillosa vista de Panes y de la vega del río Deva.
Después de echar unas risas con un par de potrillos que había en un prado al lado de la iglesia bajamos y entramos en el desfiladero propiamente dicho en sentido Potes. Es una de las carreteras en las que más he notado diferencias entre recorrerla sobre cuatro o dos ruedas. En el coche sólo se ve hacia delante, mientras que siendo pasajer@ de moto puedes girar la cabeza hacia arriba y a los lados pudiendo apreciar las dos caras rocosas que encierran al río. Nunca me había parado a pensar que pudiera haber vida más allá de los pueblos que bordean la N-621. Alevia fue la primera sorpresa, pero hubo dos más.
A medio camino entre Panes y Potes sale una vía a la derecha paralela al río San Esteban. No sé si llamarla propiamente carretera. El cartel pone Cuñaba. También es territorio asturiano.
Yo ya sabía de la existencia de ese pueblo por mi amigo D. y me había dicho que la subida era bastante pronunciada. A medio camino hacia Cuñaba, parada para ver un mar de montañas y la mano del hombre en forma de tendido eléctrico de alta tensión.
Seguimos subiendo. Después de una curva el paisaje cambia drásticamente y se entra en un valle con prados. Las rocas desaparecen y la carretera empieza a bajar hacia el pueblo.
Cuñaba aparece como una aldea recoleta, toda de piedra, con casitas humeantes y gente que nos mira al pasar. En el “centro” del pueblo hay un bareto en el que tres paisanos están viendo las carreras de motos. Pido una Coca-Cola. Traen un botellín y me preguntan si quiero un vaso. Le digo que sí. Del hielo ni hablamos. Me voy con las ganas de haber pedido una pajita en plan ochentuno. Este premio es de F.
La sombra inunda el valle. La luz empieza a cambiar. Hora de incorporarse al desfiladero por el mismo sitio por el que llegamos.
Casi sin circulación serpenteamos hasta antes del balneario de la Hermida, salida a la izquierda por la CA-282. Hay un papel pegado a la señal: carretera abierta intermitentemente por rallie. Ha habido suerte. Quedan 40 minutos para que la cierren. No hay tiempo que perder. Vueltas y revueltas, un tramo de la carretera desviado por un desprendimiento, llegada a Piñeres, giro a la derecha y de repente se entra en un bosque de troncos finos y verticales, muy derechos. Pasa mucha gente de ruta, andando con bastones de aluminio. Algo debe haber arriba.
La llegada es un poco decepcionante. Se llega a un par de antenas. Con un poco de interés se encuentran unas escaleras y, de allí, al pasmo.
Se ve el desfiladero hasta Potes y más allá (en un día claro como éste). El río Deva abajo. Y las montañas sin edificaciones.
En el entorno del mirador quedan las ruinas de una antigua fortificación. Se intuye más que se ve. Es lo de menos. Reconocimiento a E. por la ruta. Nos tenemos que ir….
Quedan 10 minutos para que cierren la carretera al tráfico. En vez de volver a La Hermida el jefe decide seguir la CA-282 en sentido Puentenansa. Siempre es mejor volver por otro sitio. Mientras ejerzo de paquete veo muchos puntos de control de la carrera, pero ni coches ni público. Raro, raro.
En Sobrelapeña desvío a la izquierda por la CA-856 paralelos al río Lamasón o Tanea (resultado de cuatro arroyos). La carretera sigue hacia el norte, el Lamasón desmboca en el Nansa lo cruzamos incorporándonos a la CA-181. Llegamos a la ría de Tinamenor y vuelta al punto de partida.
Día muy divertido. Y muy sorprendente.
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