jueves, 3 de diciembre de 2015

EL CASCO. ESE GRAN DESCONOCIDO.

Por mi trabajo a veces llevo casco. Es igual de incordión que el de la moto pero menos aparatoso. Los cascos no se llevan bien con el pelo y menos con los rizos. 

Un día nos fuimos de esparcimiento a una tienda de motos; primera experiencia en un establecimiento de este tipo y un parque de atracciones para un motero, como pude comprobar nada más poner un pie allí. Me quedé hablando sola mientras F. a una velocidad digna de Edward Cullen se dirigía a una moto naranja, grande como un toro de lidia.

Total, que fuimos a ver cascos. Y establecer preferencias. Y saber de qué van los cascos. Ahora ya lo sé.

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