15 días lloviendo sin parar acaba con la paciencia de cualquiera pero es viernes por la tarde y está saliendo el sol. Con toda el agua que ha caído seguro que hay nieve en las montañas más cercanas. Vamos a ver hasta dónde nos dejan llegar.
Ponemos rumbo a Alisas y paramos en el mirador a estudiar la situación.
Al sur, en el horizonte, se ven las cumbres blancas lo que hace que se anime la tropa. Al norte, sin embargo, el día está primaveral y se observa hasta Santander, distinguiéndose Cabo Mayor y las isla de Mouro sin problema.
Tratando de no perder el norte… |
Se está allí muy bien haciendo la fotosíntesis, pero lo que realmente apetece es tener sensación de invierno y ver paisajes de postal navideña. Vuelta a la Dama negra y a la carretera. Pasamos Arredondo y el nacimiento del Asón y, antes de llegar a La Gándara, desvío a la derecha hacia el Portillo de La Sía.
Empezamos a ganar altitud y a perder temperatura. ¡Esto es otra cosa! La nieve lo cubre todo redondeando las formas y tapando fibrocemento y bloques de hormigón. Todo es más bonito con nieve.
En una recta dejamos la moto y doy rienda suelta a mi espíritu infantil. Creo que nunca había visto tanta nieve. Al ser el principio del fin de semana aparece sin marca alguna de pisadas, como recién caída.
Conseguimos llegar a lo alto de La Sía, en el límite con Burgos, yo con más miedo que vergüenza. La carretera tiene un poco de aguanieve y resbala, pero hay una rodada limpia y F. tira de pericia. El lugar está bastante concurrido a pesar de que hace mucho frío: coches, motos, dos paisanos en scooter… La gente está (estamos) ansiosa de diversión.
Dejamos la moto en el letrero y nos aventuramos a reconocer el terreno. De los desmontes de la carretera y de los puntos kilométricos cuelgan chupiteles de hielo. Intento hacerles una foto desde más cerca pero me tiemblan las manos y no logro enfocar. Sirva esta imagen de documento gráfico.
De repente un sonido se escucha en la lejanía. “Es una GS” dice F. Ojito, que está como a 2 kilómetros… Se acerca el vehículo en cuestión y no sólo era una GS era la GS de su buen amigo MB., al que yo tenía muchas ganas de conocer. Vaya dos pirados de la carretera, que se van a encontrar en un sitio tan raro en un momento tan ídem. Después de unos calurosos saludo y despedida, continúa su camino. En breve seguiremos su estela. Del otro lado del puerto da el sol y el paisaje es muy distinto al que se puede contemplar en otoño.
Según vamos bajando va desapareciendo el manto blanco. Volvemos dando una vuelta por Montesa de los Espineros, perdón, por Espinosa de los Monteros hasta Reinosa. Creo que a lo lejos vi las torres de la catedral de Burgos :-).
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