martes, 24 de noviembre de 2015

RAZONES 2 Y 3: PUERTO DE PALOMBERA Y PICO TRES MARES

He pasado por la Autovía de la Meseta (A-67) más veces de las que puedo contar. No sólo para volver a la tierra de mis antepasados, sino a puntos intermedios en los que cuento con amigos a los que me encanta ir a ver. No conocía el Pico Tres Mares ni la Fuente del Chivo. No había subido a Alto Campoo. No soy chica de nieve y nunca había visto una estación de esquí.

Para remediar este hecho, y para seguir subiendo el listón de las escapadas moteras, F. sugirió subir a uno de sus sitios favoritos. Va a intentar guardar la ruta en el GPS. 

Otro día estupendo. Esta vez sin bocatas, manzanas ni latas nos pusimos en marcha a media mañana.

San Vicente de la Barquera, Cabezón de la Sal, (avistamiento de un Mercedes impresionante) y carretera CA-280 hacia el interior de la Reserva del Saja. Una semana puede no parecer mucho tiempo pero en lo que a efectos otoñales se refiere puede tener efectos muy visibles.

En un punto del camino, no sé en qué kilómetro, hay un puente y a la derecha según se mira al sur hay una cascada preciosa. Es el nacimiento del río Saja.


Avanzamos hacia el sur por la misma carretera que, al discurrir por un valle, es muy llana. Se pasan pueblos muy cuidados, casas de piedra con chimeneas encendidas, muchos restaurantes y sitios para tomar algo dulce. Y luego empezamos a subir.

Se llega al puerto de Palombera (foto que no me hice) y a un mirador precioso con unas vistas increíbles a todo el Valle del Saja.


Las copas de los árboles empiezan a dorarse y a enrojecer. En el fondo del mirador hay un ramo de flores destrozado. Nada bueno.

La carretera desemboca en Espinilla, muy cerca de Reinosa. Antes de llegar abajo pasa un cortejo de 3 o 4 Porsches con un vehículo de apoyo. Matrícula extranjera. ¿Estarán de pruebas?

Desde Espinilla se toma la CA-183 que lleva a Brañavieja. Es un tramo divertido. Observo que hay estacas a los lados de la vía para marcarla cuando hay nieve. Me van a gustar las carreteras con palos de colores. Me lo apunto.
 

Y desde Brañavieja se llega a la Fuente del Chivo por la CA-916. La ves en el GPS y ya promete. Curvas y contracurvas, diversión total. De camino vemos que hay algunas zonas de árboles con las hojas muy rojas. Los dejamos para luego.

Llegamos arriba en el mejor momento. El aire estaba limpio y había mucha visibilidad. El panorama es sobrecogedor: hay valles, montañas, prados y árboles. Hay verdes, rojos y azules. Esto no aparece en mis guías de Cantabria. ¿Por qué?


 
 
Premio y reconocimiento para F.

Al poco rato de llegar empieza a entrar la niebla. Hemos tenido mucha suerte porque avanza rápido y nos ha dado tiempo a verlo todo. Los árboles rojos nos esperan.
 

La bajada es todavía más entretenida para un paquete que la subida. Sólo te dejas llevar y te meces mientras decides donde fijar la vista. 

Llegada a Reinosa, un pincho para comer, un pase de modelos de una boda mientras almorzamos (unas risas maliciosas) y vuelta a la BMW.

Regreso muy, muy divertido por la N-611 en la zona de las hoces combinado con un poco de velocidad en la autovía A-67, con un par de túneles (experiencia nueva), hasta llegar a Riocorbo, en la que tomamos un atajo por la CA-283 hasta Cabezón de la Sal y al punto de partida.

Al llegar, comprobamos que el GPS no grabó la ruta. Maldiciones. Aparato castigado.

Sigo queriendo más. 

lunes, 16 de noviembre de 2015

LA MOTO

Voy a hablar de la moto. A ver si lo digo todo y lo digo bien. Es una BMW 1200 GS Adventure negra. Debe estar bien porque lo pongo en Google imágenes y sale la foto correcta (jijiji). Es un modelo precioso. Ahora que veo motos por todas partes estoy empezando a tener preferencias. 

Me fijo lo primero en los asientos. Que le voy a hacer. Soy paquete vocacional. 

Luego me fijo en el sonido. Ésta suena metálica, no es petardera, un sonido muy reconocible.

Desde el punto de vista del pasajero de atrás el asiento es muy cómodo y la moto muy estable. Te permite girar, reacomodarte, hacer fotos, ir sin manos (a una velocidad moderada) y todo ello sin sensación de que te vas a caer en marcha en un momento de despiste.

Lleva dos maletas y un cofre. O tres maletas. O tres cofres. Todavía dudo al respecto. Aparte de permitirte llevar las vituallas (muy importante) es increíble lo que se puede meter ahí. Protegen las piernas en caso de caída y proporcionan respaldo al paquete.

La BMW es muy confortable.

Y muy fotogénica.
 
Del conductor ya hablaré otro día.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

RAZÓN 1: MONUMENTO A LA VACA PASIEGA

Para ver qué tal se daba una ruta un poco más larga y con curvas decidimos ir al monumento de la vaca pasiega. Como indica el título de este blog, no conocía el monumento, sólo que de vez en cuando algún desalmado le amputa los cuernos. Tampoco sabía dónde se emplazaba la vaca. Total, que unos bocatas, unas manzanas, unas latas en la pertinente nevera dominguera y ya estaba el plan montado.
Antes de salir, lección de abrir y cerrar maletas.

El fin de semana nos ofrecía un día con sol y calor, una jornada estupenda para salir a media mañana. Con casco rosa y cazadora de cuero vintage (genial ropa prestada sin la cual esto no sería posible) nos pusimos al lío. Subida por el puerto de Alisas por la CA-261 (foto que no me hice), parada en el mirador para admirar las vistas y escuchar. Silencio con algún cencerro lejano. Casi no pasaban vehículos por la carretera. Una gozada.




Después de un septiembre más bien frío y lluvioso octubre resultó muy soleado. El otoño sólo se intuye y los prados lucen verdes y frescos. Los árboles conservan las hojas y sólo algunas amarilleaban. Cantabria en todo su esplendor.

 
Después de comer seguimos ruta: antes de llegar a Arredondo (capital del mundo) nos desviamos a la derecha hacia Bustablado, que dejamos atrás. Continuamos por la CA-655 hacia el oeste y entonces llegó lo desconocido.

Por una vía que no sé si denominar pista, camino rural o carretera de montaña empezamos a subir. La carretera discurre entre árboles que yo suelo denominar “bosque de Lady Halcón” (recomiendo ver esta película ochentera) hasta llegar a una plataforma desde la que se el panorama es impresionante. Lo de menos es la vaca, de hecho no le hice ninguna foto. Se ve una serie infinita de cumbres con salientes calizos de mil tipos de gris, rocas que parecen en alta definición. Algunas tienen un recubrimiento como de terciopelo del tono más bonito entre el verde y el dorado. Contraste con el cielo azul con nubes y escasa bruma en el aire, más apreciable en Santander. Sí, se ve la bahía desde allí.

Comida encima de una mesa, ganas de siesta aparcadas. Los días ya no son tan largos como en verano y no hay que perderse las mejores horas de luz, que son las del atardecer.

Después de enviar un mensaje a E. para reconocerle la ruta y lo que conlleva, nos subimos en la moto y, con los ojos cerrados hasta nueva orden, nos ponemos en marcha.

¡Abre los ojos!

Y ves esto:

 
Y piensas: “vale, no conozco Cantabria”.

Retorno muy divertido por la CA-260 paralela al río Miera, parada en Liérganes y vuelta a casa.

Quiero más.

martes, 10 de noviembre de 2015

TOMA DE CONTACTO

Yo nunca había montado en moto. Y cuando digo nunca, es nunca. Un miedo animado por unos padres naturalmente preocupados y una lista de accidentes de amigos me habían tenido ignorante de un mundo del que sólo me percataba del número de víctimas que da cada domingo a las 22:00h la DGT (actualizado puntualmente los lunes a las 8:00h).

Así que, cuando se presentó la ocasión de probar a subir en una, en una bastante grande, dudé. Pero era verano, estaba de entrega y dije: ¡vale! Y pensé: ”pobre, se va a enterar de lo que es llevar a alguien con problemas de confianza…”.

El día no acompañaba, estaba nublado y llovía a ratos. La ruta inicial se modificó a un recorrido más corto y llano. En vez de ir a Peña Cabarga fuimos a Liérganes, playa de Galizano y vuelta. Una toma de contacto ligera, un poco de autovía, un casi todo de carretera de ida y vuelta. Unos cuantos cabezazos, no saber dónde agarrarse, me bajo el plástico del casco o lo dejo arriba, creo que me comí un bicho. Pero me gustó. Y no me tiré en marcha. Y no me caí al bajar. Y ves el entorno de otra manera y a otra velocidad.

Ya estaba enganchada.